2022/06/22

Jean Joseph Rabéarivelo


Jean-Joseph Rabearivelo (Antananarivo, 1901–1937) es el escritor más importante de Madagascar y uno de los autores africanos francófonos más reputados y universales. Además de en malgache y en francés, Rabearivelo escribió poesía en español, décadas antes de que naciera la literatura ecuatoguineana. Por ello, podemos considerarlo el primer escritor contemporáneo en lengua española del África subsahariana. Tradujo a Góngora al idioma malgache, por lo que fue también el primer traductor de textos literarios españoles a una lengua vernácula africana.
 




Un pájaro sin color y sin nombre

replegó sus alas

y lastimó el único ojo del cielo.

Se posa sobre un árbol sin tronco,

cubierto de hojas

que ningún viento hace temblar

y cuyos frutos no se recogen con los ojos abiertos.

¿Qué es lo que cobija?

Cuando vuelva a volar,

serán gallos los que saldrán:

gallos de todos los pueblos

que habrán vencido y dispersado

a aquellos que cantan en los sueños

y que se alimentan de los astros.



LEER

No hagáis ruido, no habléis:

van a explorar un bosque los ojos, el corazón,

el espíritu, los sueños… 

Bosque secreto aunque palpable:

Bosque. 

Bosque rumoroso de silencio,

bosque del que se ha evadido el pájaro que se caza a lazo,

el pájaro que se caza a lazo y al que haremos cantar

o al que haremos llorar.

Al que haremos cantar, al que haremos llorar

el lugar de su eclosión.

Bosque. Pájaro.

Bosque secreto, pájaro oculto

en vuestras manos. 

 

EL POEMA

 

Palabras para el canto, dices, palabras para el canto,

oh lengua de mis muertos,

palabras para el canto, para designar

las ideas que el espíritu concibió hace ya tiempo

y que al fin nacen y crecen

teniendo vocablos por mantillas—

vocablos pesados, cargados aún con la imprecisión del alfabeto,

y que aún no pueden bailar con el vocabulario

pues aún no son tan ágiles y flexibles como las frases ordenadas,

pero que cantan ya en los labios

igual que un enjambre de libélulas azules

en la orilla de un río saluda al atardecer.

 

Palabras para el canto, dices, palabras para el canto,

palabras para el canto, para designar

el frágil eco del canto interior

que se amplifica y resuena

intentando hechizar el silencio del libro

y las landas de la memoria,

a las riberas desiertas de los labios

y la angustia de los corazones.

Y las palabras se vuelven cada vez más vivas, más tenues,

esas palabras que, según tú, iban en busca del Canto;

pero también se vuelven cada vez más fluidas

y semejantes a esa brisa que viene de las palmeras lejanas

a morir en las cimas altivas.

Se vuelven más que cantos,

se vuelven ellas mismas—lo que siempre han sido

hasta ahora, en realidad.

Y yo quisiera cambiar, quisiera rectificar

y decir:

cantos en buscas de palabras

para poblar el silencio del libro

y plantar las landas de la memoria,

o para sembrar flores en las riberas desiertas de los labios

y liberar los corazones,

oh lengua de mis muertos

que te modulas en los labios de un vivo

como las lianas que florean las tumbas.


 

TU OBRA

 

“Te has pasado la vida escuchando cantos,

tú mismo no has hecho otra cosa que cantar;

no has escuchado hablar a los hombres,

ni tampoco tú has hablado jamás.

 

¿Qué libros has leído,

aparte de los que conservan la voz de las mujeres

y de las cosas irreales?

 

Has cantado, sí, pero no has hablado

no has interrogado al corazón de las cosas,

así que no puedes conocerlas”

dicen los oradores y los escribas

que se burlan al verte magnificar

el milagro cotidiano del mar y del cielo.

 

Pero tú sigues cantando

y te asombras al pensar en el estrave

que busca una ruta sin trazar

sobre el agua en calma

y navega hacia golfos desconocidos.

Te asombras al seguir con la mirada a ese pájaro

que no se extravía en el desierto celeste

y reencuentra en medio del viento

las sendas que conducen al bosque natal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario