2022/03/21

ALDA MERINI


Nació en Milán el 21 de marzo de 1931 y murió en esta misma ciudad el 1 de noviembre del 2009. A Merini le rondaron las sombras de la locura desde muy joven. De 1947 data su primer internamiento en un psiquiátrico de su ciudad. El talento de la poesía también apareció muy pronto. Y ambas, poesía y locura, correrán parejas toda su vida. Intermitentes, exageradas, doloridas. Entre 'Tu sei Pietro' (Tú eres Pedro), publicado en 1961 y la reanudación de la escritura en 1979 con 'La Tierra Santa' (publicado en 1984) pasa un largo periodo de silencio marcado por sus constantes entradas y salidas del manicomio. Y utilizo esta palabra en desuso porque es la que ella consagra en sus poemas. Entre medias, un matrimonio, varios hijos, la viudez... Tras la muerte de su primer marido, Merini había iniciado una relación telefónica con el poeta Michele Pierri, al que están dedicados muchos de sus textos y con el que se casaría en 1983. De esta época es su traslado a Tarento, donde vive los tres únicos años de su vida que no pasó en Milán, ciudad a la que regresa en 1986. Las sucesivas publicaciones y varios premios en la década de los noventa consagran su figura literaria, un reconocimiento que tuvo su punto culminante cuando en 1996 se propuso su candidatura al Nobel, propuesta que firmaba entre otros Darío Fo. El hecho de que en el último tramo de su vida la obra tuviera un fuerte sentimiento religioso (que ya había aparecido con anterioridad, aunque no con tanta fuerza) le valió el calificativo de 'poeta mística'.





"Nosotros gozamos de pequeñas ventajas: por ejemplo, yo te amo y desearía que me miraras a los ojos, pero llevo gafas de sol para que no puedas ver mis ojos pues entrarías en mi alma con tus manos y sentirías latir mi corazón en una sola dirección, por ello, mejor pretendo no ver.

De hecho no observo lo que me rodea pero observo lo que sucede dentro de mí, y para sentirlo no se necesitan ojos, para sentirlo no se necesitan labios, para sentir lo que sucede dentro de mí sólo necesito una manifestación tuya de carne, verte por un segundo para hablar de ti a través de los siglos.

Para sentir el abrazo del dolor es necesario orar para que el dolor no destruya nuestras pobres fuerzas, para que la carne terrena como la muerte no se transforme en un perro callejero devorado por mil lobos.

Así se es eterno, vistiendo la propia carne de la miseria y guardando para sí ese conocimiento del amor que es privilegio tan sólo de santos y profetas.

Toda cosa bella se vuelve pasajera en las manos de los hombres, pero toda cosa bella besada por Dios se vuelve una rosa roja llena de sangre."





 La isla desierta que tú y yo, Señor,

habíamos habitado desnudos y solos

como Adán y Eva

en su principio,

la isla desierta que no necesitaba

los ropajes de la carne

sino tan sólo de la transparencia

de un pensamiento iluminado,

la isla de carne y materia,

la isla de nuestros besos.

Si tú supieras, Dios,

que para conocer a una mujer

hay que amarla,

hay que penetrar en sus entrañas

y sentir el calor de sus gemidos,

entenderías qué es la pasión humana

que muere de amor

y se pierde porque quiere la muerte.

Y explícame Jesús

por qué el enamorado en ti busca su redención

y explícame entonces Jesús

por qué no alejaste de tu costado

ni a los amantes

ni sus pensamientos.

Los otros castigan el silencio del amor

con fiestas y tripudios y oropeles varios,

pero aquella que te ama

se viste de nada

y repudia incluso las palabras.

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