2021/11/11

MIKLOS RADNOTI

 Nació en Budapest. Su madre murió en el parto, al igual que su hermano mellizo, y su padre les siguió unos años después.circunstancia que lo atormentó a lo largo de su vida. Pasó la mayor parte de sus años de infancia con la familia de su tía.

En 1934, después de graduarse, cambió su nombre a Radnóti. En agosto de 1935 se casa con su amor de toda la vida Fanny (1912-2014), hija del dueño del respetado Gyarmati. imprenta. Lamentablemente, el feliz matrimonio no tuvo hijos hasta su deportación. 

Reclutado para combatir al enemigo ruso, a Radnóti, por su condición de judío, le impidieron cargar un arma y lo obligaron a desactivar artefactos explosivos. Escribía todo el tiempo, sobre todo cartas y poemas de amor a Fanni (Fifi) Gyarmati, su idolatrada esposa. En 1944, el poeta fue enviado a un campo de trabajos forzados en Bor, Serbia. Algunos testigos afirmaron que un militar borracho le propinó una paliza terrible por “estar escribiendo”. Ante la triple amenaza del avance del Ejército rojo, la guerrilla comunista de Tito y la presencia de las fuerzas aliadas, los jefes nazis decidieron evacuar a los presos y enviarlos de vuelta a Hungría –rumbo a Alemania– en una brutal marcha forzada. Muy pocos judíos húngaros, de los 3,200 que emprendieron ese desplazamiento, llegaron con vida. Los enfermos, entre los que se encontraba nuestro poeta, terminaron viajando en un carro tirado por caballos. Dueño de un lápiz inverosímil, Radnóti se aferró día tras día a la escritura. El 9 de noviembre llegaron a Abda, ya en Hungría. Pero el carro retrasaba la marcha y a los caballos se les podía dar un mejor uso. ¿Qué hacer? A los guardas húngaros, después de deliberarlo, no se les ocurrió nada mejor que fusilar ahí mismo, junto a la carretera, a los veintiún enfermos. También ahí mismo los enterraron y se fueron. Radnóti tenía 35 años.

Un año y medio después, tras una búsqueda encabezada por Fanni, descubrieron la fosa común. Como a Shelley, a Radnóti lo identificaron por unos poemas que llevaba en el bolsillo,  redactados en húngaro, inglés, francés, serbio y alemán

NI EZ DAKIT
No puedo saber qué significa para otros este paisaje,
mi patria, este pequeño país abrazado al fuego, 
el mundo de mi niñez que lejana se mece.
Crecí de él, como una tierna rama del tronco de un árbol,
y espero ver mi cuerpo hundirse en él un día.
Estoy aquí, en casa. Y si alguna vez a mis pies se arrodilla
un arbusto, conozco su flor y hasta su nombre,
sé adónde van y quiénes van por el camino,
y sé qué significa en la madrugada del verano
ese dolor rojo que nace en el muro de las casa.
Para el piloto que lo sobrevuela, este paisaje es tan sólo un mapa
y no sabe en qué lugar vivió Mihäly Vörösmarty,
¿qué esconde para él esta región? fábricas y áridos cuarteles.
Yo veo un saltamontes, un buey, la torre, una granja apacible,
pero él ve fábricas con los prismáticos y campos de labranza;
yo veo trabajadores que tiemblan por lo suyo,
temporeros que silban, bosques, viñedos y tumbas,
y entre las tumbas madres que lloran en silencio.
Y lo que desde arriba son raíles y fábricas indemnes que hay que destruir
es el guardagujas y el ferroviario dando la señal
rodeado de niños y con una bandera roja en la manos,
y en el patio de la fábrica se revuelca un perro pastor,
y allí está el parque, la huella de los viejos amores,
y el sabor a miel y arándano de los besos en mi boca,
y aquí la piedra que puse al borde de la acera 
para que el maestro no me preguntara,
la piedra que ahora piso y nadie pude ver desde lo alto,

Es verdad, somos culpables, mas no más que el resto de los pueblos,
y sabemos bien cuándo hemos pecado, dónde y de qué modo,
pero aquí vive gente que trabaja, y poetas sin culpa,
y niños de pecho en los que la razón madura,
la misma que ahora los alumbra y protege en los sótanos oscuros
hasta que el delo de la paz dibuje de nuevo una señal en nuestra tierra
y con su fresca voz responda a las palabras nuestras tan ahogadas.

Cúbrenos ya con tus extensas alas, nube del amanecer.



LUNES AL ATARDECER



La luna se mece en la espuma del cielo.
Aún me sorprende vivir.
Afanosa, en el siglo escudriña la muerte
y aquéllos que la ven qué pálidos se quedan.

En torno suyo gira y aúlla al mismo tiempo,
contempla alrededor y se diluye al cabo.
El otoño se aleja deprisa a mis espaldas,
y el invierno me aturde de tanto dolor.

El bosque sangra y sangra,
la sangre no deja de fluir.
El viento va dejando escritos en la nieve
numeros gigantes que amenazan.


Viví para ver esto y ver aquello.
El aire se abandona pesado sobre mí.
Desde antes de nacer,,
una guerra silenciosa me toma entre sus brazos.

Aquí me detengo, al pie de árbol
que furioso balancea su corona.
Inclina una rama ¿para agarrar mi cuello?
mas yo no soy débil ni siento temor,

tan sólo estoy cansado. Escucho. Y la rama
asustada explora en mi pelo.

Sería mejor olvidar,
mas yo nunca olvido nada.

La espuma se vierte sobre la luna, y el veneno
tiñe el horizonte con el rastro de su oscuro verdor.

Enrollo un cigarrillo
lentamente, cuidadosamente. Vivo.




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