2021/12/04

XABIER LETE

 Tras 25 años de lucha, una enfermedad en el aparato digestivo ha ganado la batalla al poeta y cantante Xabier Lete Begaretxe (Oiartzun, 5 de abril de 1944 - Donostia, 4 de diciembre de 2010) que falleció este sábado en el Hospital Donostia.

La trayectoria poética de Lete comenzó en 1986 con un libro de poesía social, Egunetik egunera orduen gurpilean, y entre otros, publicó dos libros centrados en la figura de Xabier Lizardi. Los temas más recurrentes de sus poemarios son la muerte, Navarra, reflexiones sobre el sentido de la existencia, la patria, su visión cristiana del mundo...

Varias de sus obras han sido galardonadas. Zentzu antzaldatuen poemategia, publicado en la década de los 90, obtuvo el premio de poesía Felipe Arrese Beitia otorgado por Euskaltzaindia. Recientemente, en 2009, se le otorgó el Premio de la Crítica de poesía en euskera por su obra Egunsentiaren esku izoztuak, obra con la que también ganó el Premio Euskadi de Literatura en 2009.

Palabras de Sabier Lete:

"La piedad y la responsabilidad nos llevaba a Lourdes y a mí a desear morir juntos. Sabíamos que eso iba a ser muy difícil, porque la sociedad no tiene dispuestos tales procedimientos. Hay muchos obstáculos que impiden esa salida: éticos, deontológicos, legales y, en el caso de los creyentes, teológicos.

Llevo dentro de mí un interrogante que me provoca un gran desgarro: el ordenamiento biológico de la vida, con sus cumplimientos fácticos, ¿es eso lo que debemos aceptar con fatalidad diciendo que es mandamiento y voluntad de Dios? ¿Cómo sabemos que esa es la voluntad de Dios?

Yo creo que Dios nos hizo seres con razón y sentimiento, y que por lo tanto también somos corresponsables en las decisiones y dilucidaciones que tienen que ver con nuestra vida".

Para orar

Oración de Xabier Lete a Lourdes Iriondo, su mujer fallecida


Acógeme, amor, en el último día,

tómame en tus brazos

cuando cruce el umbral de la terrible frontera,

que de ti recoja caricias y sonrisas,

que en la claridad de las praderas de lo alto

reanudemos el amor primero

cuando la brisa limpie de arrugas nuestras frentes,

sé que tú me aguardas

no sé cómo, no sé dónde

pero que la asombrosa ventura de alguna divinidad no impida

ese reencuentro llegada la hora,

en tu palabra me fío

en aquella serenidad con la que te fuiste,

acógeme, amor, en el día de la gran cuenta,

no espero al sonar de las trompetas

no aguardo a los coros de los ángeles,

para que aquella deuda pudiera ser perdonada

y aquella culpa enjugada...

entonces sería yo tuyo para siempre

bueno para siempre, sin mancha, digno,

entonces seríamos para siempre el uno del otro,

acógeme, mi amor, en el último día,

ven hacia mí y cariñosa, sonriente,

llámame por mi nombre

para que yo sea salvado en tu gran piedad,

salvados juntos y glorificados en el amor para siempre.

siempre hay un corazón desgarrado
que espera un gesto de cariño de sus semejantes

La muerte de Xalbador

Había un amigo entrañable y sensible
transfigurado por las alas de la poesía,
por los versos surgidos de un profundo sentimiento,
un cantor que iba por las plazas aterido de soledad,
que había aprendido con dolor
a tejer palabras y a expresarse contenidamente
desde la insobornable verdad de su ser interior.

Dónde estás hoy, en qué praderas
pastor de Urepel,
tú que huiste
hacia las altas cumbres,
hacia el mañana que perdura en el recuerdo...

Liberaste tu canción demoliendo el cerco,
buscando la libertad
más allá de las ataduras y los límites de tu cuerpo,
convirtiendo tu último aliento en el verso más profundo,
en el grito contundente
de las verdades ocultas que jamás se pueden expresar.

Dónde estás hoy, en qué praderas...

Sin llegar a conocer la razón de casi nada
nos esforzamos por vivir con afán la vida
sumergiéndonos cada noche a ciegas,
con palabras que interrogan a la oscuridad.

Ay, si en las horas sombrías
en lo más profundo del espíritu,
existiera esa claridad de la luz,
diáfana visión colmada de plenitud
en la anchas tierras de felicidad antigua…

Mas perdurar es irse oscureciendo,
perder el horizonte y la luminosa visión,
interrogar a la vida
a través del dolor obstinado,
porfiando con la materia, con el espíritu, con el prójimo…

Así llega el alba, el prodigioso despuntar del día
y nos sorprende distraídos y desnudos


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