LUIS CERNUDA (1902-1963)
Luis Cernuda Bidón nació el 21 de septiembre de 1902 en la ciudad de Sevilla (España).
Era el tercer hijo del militar Bernardo Cernuda Bousa y de Amparo Bidón y Cuéllar.
Tenía dos hermanas mayores, Ana y Amparo. Su infancia fue solitaria e introvertida, oprimida por el carácter despótico de sus progenitores. Solamente la lectura sacó al futuro poeta de su situación aislada, con predilección por los versos de Gustavo Adolfo Bécquer.
Estudió en los Escolapios y en el año 1925 se licenció en Derecho por la Universidad de Sevilla aunque jamás llegó a ejercer la profesión de abogado.
En su estancia universitaria conoció a Pedro Salinas, quien ejercía la docencia en la ciudad andaluza.Salinas impulsó sus ansias literarias con la recomendación de la lectura de los poetas simbolistas y especialmente de André Gidé.
Colaboró en la “Revista de Occidente” y en “Litoral” y fue lector de español en Toulouse en 1928. Un año antes había publicado su primer libro, “Perfil Del Aire” (1927), influenciado por la escritura de Jorge Guillén.
Cuando se inició la Guerra Civil Española, Cernuda se marchó a Gran Bretaña, en donde fue lector de español en diversas Universidades.
También ejerció de profesor de literatura española en Londres.Desde 1947 residió en los Estados Unidos, impartiendo clases en el Mount Holyoke College.
Posteriormente se marchó a México, en donde falleció el 5 de noviembre de 1963.Tenía 61 años de edad.
Está enterrado en el Panteón Jardín, de Ciudad de México.
Donde habite el olvido
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
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