A una dama que salió revuelta una mañana
Hermoso desaliño, en quien se fía
cuanto después abrasa y enamora,
cual suele amanecer turbada aurora,
para matar de sol al mediodía.
Solimán natural, que desconfía
el resplandor con que los cielos dora;
dajad la arquilla, no os toquéis, señora,
tóquese la vejez de vuestra tía.
Mejor luce el jazmín, mejor la rosa
por el revuelto pelo en la nevada
columna de marfil, garganta hermosa.
Para la noche estáis mejor tocada;
que no anocheceréis tan aliñosa
como hoy amanecéis desaliñada.
Quien no sabe de amor, viva entre fieras
Quién no sabe de amor vive entre fieras;
Quién no ha querido bien, fieras espante,
O si es Narciso de sí mismo amante,
Retrátese en las aguas lisonjeras.
Quien en las flores de su edad primeras
Se niega a amor no es hombre que es diamante;
Que no lo puede ser el que ignorante,
Ni vio sus burlas ni temió sus veras.
¡Oh, natural amor! Qué bueno y malo,
En bien y en mal te alabo y te condeno,
Y con la vida y con la muerte igualo:
Eres en un sujeto, malo y bueno,
O bueno al que te quiere por regalo,
Y malo al que te quiere por veneno.
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