2022/02/17

JOAN MARGARIT

 Nace en Sanaüja (Lleida), en 1938. Cuando tenía cinco años, en 1943, un señor uniformado le dio un "coscorrón" por "no hablar en cristiano", y ha señalado que "España me da miedo desde los Reyes Católicos. Su hermana pequeña muere de meningitis cuando él tenía cinco años. Su madre, que era maestra de escuela, sufre el acoso por parte de un alcalde falangista. Durante su infancia cambia constantemente de domicilio, hasta que en 1954 la familia se traslada a las Islas Canarias. Estudia Arquitectura en Barcelona y ha sido catedrático de Cálculo de Estructuras de la Escuela Superior de arquitectura de la Universidad de Barcelona. Su actividad literaria comienza a finales de los años 50. Tras un paréntesis de diez años, escribe “Crónica” con Joaquim Marco. En 1980 cambia el castellano por el catalán, aunque se considera un autor bilingüe. Comienza entonces una fecunda época en la que sus obras en catalán conquistan numerosos premios. En 2009 su obra “Casa de Misericordia” obtiene el Premio Nacional de Literatura de la Generalitat de Catalunya y el Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Cultura. Tuvo cuatro hijos y un gran amor, Mariona. Sus hijos fueron Mònica, Anna (muerta al poco de nacer), Carles y Joana. Joana, que padecía síndrome de Rubinstein-Taybi, falleció en 2002. Entonces, desobedeciendo una de las reglas sagradas de la poesía (ya lo dijo Bécquer: "cuando siento no escribo"), compuso un libro -Joana- que le acabaría convirtiendo en el poeta catalán más conocido y leído de las últimas décadas.  Fallece en Sant Just Desvern (Barcelona) en 2021. 

Cosas en común

Habernos conocido

un otoño en un tren que iba vacío;

La radiante, aunque cruel

promesa del deseo.

La cicatriz de la melancolía

y el viejo afecto con el que entendemos

los motivos del lobo.

La luna que acompaña al tren nocturno

Barcelona-París.

Un cuchillo de luz para los crímenes

que por amor debemos cometer.

Nuestra maldita e inocente suerte.

La voz del mar, que siempre te dirá

dónde estoy, porque es nuestro confidente.

Los poemas, que son cartas anónimas

escritas desde donde no imaginas

a la misma muchacha que un otoño

conocí en aquel tren que iba vacío.


No tires las cartas de amor

No tires las cartas de amor

Ellas no te abandonarán.

El tiempo pasará, se borrará el deseo

-esta flecha de sombra-

y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,

se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.

Caerán los años. Te cansarán los libros.

Descenderás aún más

e, incluso, perderás la poesía.

El ruido de ciudad en los cristales

acabará por ser tu única música,

y las cartas de amor que habrás guardado

serán tu última literatura.


La espera 

Te están echando en falta tantas cosas.

Así llenan los días

instantes hechos de esperar tus manos,

de echar de menos tus pequeñas manos,

que cogieron las mías tantas veces.

Hemos de acostumbramos a tu ausencia.

Ya ha pasado un verano sin tus ojos

y el mar también habrá de acostumbrarse.

Tu calle, aún durante mucho tiempo,

esperará, delante de tu puerta,

con paciencia, tus pasos.

No se cansará nunca de esperar:

nadie sabe esperar como una calle.

Y a mí me colma esta voluntad

de que me toques y de que me mires,

de que me digas qué hago con mi vida,

mientras los días van, con lluvia o cielo azul,

organizando ya la soledad.



Horarios nocturnos

Acostado a tu lado, oigo los trenes.
Cruzan mi frente sus fugaces luces
rasgando el horror tibio de esta noche.
La pausa de silencio me deja una luz roja,
una nota sobre este pentagrama
de cables y de vías oscuras y brillantes.
Acostado a tu lado,
oigo cómo se alejan con el ruido más triste.
Quizá me he equivocado no subiendo a uno de ellos.
Quizá el último acierto
sea -abrazado a ti-
dejar pasar los trenes en la noche.


Sehaska kanta

Egizu lo, Joana.

Eta «Loverman» hau —zure anaiaren saxoarena
Montjuïcen, ilun eta tragiko—
izango ahal duzu bidelagun
eternitate osoan
musikak soilik dakizkien bideetan.

Egizu lo, Joana, egizu lo.

Eta ahal dela ez ahaztu
gure baitan utzi duzun habian

igarotako urteak.

Zahartzea izango da baita ere gordetzea
zure begiak bete ohi zituzten koloreak.

Egizu lo, Joana. Hau da gure etxea,
eta osorik argitzen du zure irribarreak.

Isiltasun atsegin honetan espero dugu
saminaren harriak biribiltzea orain
zu izan zinena izan dadin musika,
musika bat gure negua beteko duena.

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