Nació el 10 de febrero de 1888 en Alejandría, Egipto.
De padres italianos, era un niño cuando su padre muere durante la construcción del Canal de Suez.
Lector incansable que pronto descubre a Leopardi, Baudelaire, Mallarmé, Racine y Nietzsche que lo marcan y serán parte de su producción literaria.
Cursó estudios en el colegio suizo de la ciudad. Viaja a París en 1912 y estudia en la Universidad de la Sorbona, donde conoce a poetas, como Guillaume Apollinaire, Charles Péguy y Paul Valéry.
Fue soldado en la I Guerra Mundial. Sus experiencias en el conflicto le inspiran sus dos primeros libros de poesías, El puerto sepultado (1916), en italiano, y La Guerra (1919), en francés. Trabajó en el ministerio de Asuntos Exteriores en Roma desde 1921, convertido al catolicismo en 1928, trabaja como periodista en 1930 y posteriormente como profesor de literatura italiana, primero en São Paulo, Brasil, entre 1936 y 1942, y después en Roma.
Publicó numerosos libros de poesía como La vida de un hombre (1942-1961), por el que se le considera como uno de los fundadores del hermetismo, movimiento que exalta la poesía basada en los sentimientos personales. Tradujo obras como Fedra de Racine, una colección de sonetos de Shakespeare, y poemas de Stéphane Mallarmé y William Blake. Se le otorga la Cátedra de Literatura Italiana Contemporánea en la Universidad de Roma.
Giuseppe Ungaretti falleció el 2 de junio de 1970 en Roma.
Condena
Como la áspera piedra del volcán,
como la piedra pulida del torrente,
como la noche sola y desnuda,
alma como honda y con terrores
¿Por qué no te recoge
la mano firme del Señor?
Este alma
que sabe las vanidades del corazón
y sabe pérfidas sus tentaciones,
y del mundo conoce la medida,
y los planes de nuestra mente
considera minucias,
¿por qué no puede soportar
más que arrebatos terrenos?
Tú no me miras ya, Señor…
Y no busco sino olvido
en la ceguedad de la carne.
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