2022/05/09

FRIEDRICH VON SCHILLER

 

schiller-escritor

Friedrich Von Schiller nació el 10 de noviembre de 1759 en Marbach, Wurttemberg (Alemania). Hijo de Johannes Kaspar Schiller, cirujano militar del ejército del Duque De Wurttemberg, y de Elisabeth Dorothea Kodweiss.

Schiller, que quería estudiar Teología, tuvo que ingresar a la fuerza en la academia militar del Duque para estudiar Derecho y con posterioridad viajar a Stuttgart para instruirse en Medicina. Al mismo tiempo escribía sus primeros textos, hecho que no gustaba demasiado a su familia, especialmente cuando publicó el drama “Los Bandidos” (1781), obra que fue estrenada con éxito en Mannheim.Al Duque Carlos Eugenio tampoco le entusiasmaba la afición literaria de Schiller, lo que provocó la marcha del joven escritor de Wurttemberg en 1782. Tras esta salida, Friedrich residió en diferentes ciudades alemanas y continuó escribiendo bajo la inspiración de su amante, la mujer casada Charlotte von Kalb, a quien abandonó para casarse en 1790 con Charlotte Von Lengefeld, con quien tuvo cuatro hijos. Ejerció la docencia en la Universidad de Jena, siendo profesor de Historia a partir del año 1788. Schiller fue miembro del denominado “Sturm Und Drang”, movimiento liderado por Goethe que fundamentó las pautas románticas de la literatura germana y enfatizó el valor de la libertad y la dignidad humana. Poeta y dramaturgo, cultivó también la divulgación histórica, como “Historia De La Insurrección De Los Países Bajos” (1788). Entre sus dramas teatrales destacan la citada “Los Bandidos” (1781), “Don Carlos” (1787), “Maria Estuardo” (1800), o “Guillermo Tell” (1804).En poesía sobresalen su trilogía “Wallenstein” (1799) e “Himnos”, en especial el dedicado a la alegría (1785), que sirvió como inspiración para la famosa sinfonía del compositor Ludwig Van Beethoven.Residió en Weimar junto a Goethe, y allí falleció, a causa de una neumonía, el 9 de mayo de 1805. Tenía 45 años. Se creía enterrado en el cementerio Jacobs, de Weimar, pero una exhumación indicó que allí no se encontraban sus restos.

La partición de la tierra

-¡Tomad la tierra! -desde su alto asiento
dijo a los hombres quien pobló el vacío-.
-Para cumplir mi soberano intento
habedla en fraternal compartimiento,
que os la doy como herencia y señorío.

Ya más correr, por acudir primero,
cada mortal al llamamiento vino,
y cuanto pudo sometió a su fuero:
los frutos de la tierra, el campesino;
la selva, do cazara el caballero.

Colma la troj el mercader y el arca;
se adueña el monje del viñedo umbrío:
¡y, ya fuerte sintiéndose el monarca
sendas y puentes con barreras marca
diciendo; -¡El diezmo! porque el diezmo es mío.

Años después, cuando por fin completa
la irrevocable partición quedaba,
de remoto confín llegó el poeta.
¡Ay! Todo campo deslindado estaba,
y toda cosa a su señor sujeta.

-¡Tarde y en vano mi poción exijo!
¡¿Y así, el más fiel en mísero abandono
dejando, ¡oh Dios! desheredaste al hijo?
Tal del señor postrándose ante el trono,
el pobre vate entre sollozos dijo.

-Si absorto en la región de las quimeras,
-contesta Dios- te retardaste, iluso,
no en balde llores ni acusarme quieras:
¿do estabas tú, que confundirme esperas?
-¿Dónde? ¡A tu lado! -el soñador repuso.

Mi vista apacentaba en tu hermosura;
del cielo en los acentos, mis oídos;
si lo terreno desdeñé en la altura,
fue que tu gloria, que sin par fulgura,
¡me embargaba la mente y los sentidos!

Y Dios: -¿Qué hacer ? Sobre la tierra nada
me resta ya con qué colmar tu anhelo;
ajeno el bosque, la heredad cercana...
Vente conmigo, si te place, al cielo,
¡que desde hoy libre te daré la entrada!


Reminiscencia inmortal

Dime amiga, la causa de este ardiente,
puro, inmortal anhelo que hay en mí:
suspenderme a tu labio eternamente,
y abismarme en tu ser, y el grato ambiente
de tu alma inmaculada recibir.

En tiempo que pasó, tiempo distinto,
¿no era de un solo ser nuestro existir?
¿acaso el foco de un planeta extinto
dio nido a nuestro amor en su recinto
en días que vimos para siempre huir?

...Tú también como yo? Sí, tú has sentido
en el pecho el dulcísimo latido
con que anuncia su fuego la pasión:
amémonos los dos, y pronto el vuelo
alzaremos felices a ese cielo
en que otra vez seremos como Dios.

 

 

Tres palabras de fortaleza

I
Hay tres lecciones que yo trazara
con pluma ardiente que hondo quemara,
dejando un rastro de luz bendita
doquiera un pecho mortal palpita.

II
Ten Esperanza. Si hay nubarrones,
si hay desengaños y no ilusiones,
descoge el ceño, su sombra es vana,
que a toda noche sigue un mañana.

III
Ten Fe. Doquiera tu barca empujen
brisas que braman u ondas que rugen,
Dios (no lo olvides) gobierna el cielo,
y tierra, y brisas, y barquichuelo.

IV
Ten Amor, y ama no a un ser tan sólo,
que hermanos somos de polo a polo,
y en bien de todos tu amor prodiga,
como el sol vierte su lumbre amiga.

V
¡Crece, ama, espera! Graba en tu seno
las tres, y aguarda firme y sereno
fuerzas, donde otros tal vez naufraguen,
luz, cuando muchos a oscuras vaguen.

V

 

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