Anthony de Mello fue un sacerdote jesuita indio, guía espiritual y psicoterapeuta que alcanzó una notable fama por sus libros, sus conferencias y singular personalidad. Fue una figura incómoda para muchos e inspiradora para otros. Se acercó a todas las religiones para ensalzar lo más bello e interesante de cada una, dándonos, a su vez, valiosos consejos sobre crecimiento personal.
Su enfoque fue siempre vital, único y efectista. En libros como Redescubrir su vida, la que sería su última obra, nos señala que todas las personas llegamos al mundo siendo felices. Sin embargo, poco a poco derivamos en esas cárceles personales de sufrimiento donde dejar de ser conscientes de nuestro potencial. Los propios pensamientos, señala, son siempre nuestros peores enemigos.
Por otro lado, algo que De Mello invocaba era la necesidad de aceptar nuestra naturaleza espiritual. Él aceptaba absolutamente todas las creencias religiosas, en todas se sentía cómodas y las consideraba su hogar. Su enfoque, a menudo, panteísta, fue algo que no gustó demasiado a la Iglesia Católica. De hecho, sus enseñanzas fueron prohibidas durante el periodo del papa Ratsinger. No obstante, esta prohibición sería levantada más tarde.
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