2021/12/02

FERNANDO PESSOA

Poeta, ensayista y traductor portugués nacido en Lisboa en 1888. Es la figura más representativa de la poesía portuguesa del siglo XX. Sus primeros años transcurrieron en Ciudad del Cabo mientras su padrastro ocupaba el consulado de Portugal en Sudáfrica. A los diecisiete años viajó a Lisboa, donde después de interrumpir estudios de Letras alternó el trabajo de oficinista con su interés por la actividad literaria. La influencia que en él ejercieron autores como Nietzsche, Milton y Shakespeare, lo llevaron a traducir parte de sus obras y a producir los primeros poemas en idioma inglés. Dirigió varias revistas y pronto se convirtió en el propulsor del surrealismo portugués. A partir de 1914 proyectó su obra sobre tres heterónimos: Ricardo Reis, Álvaro de Campos y Alberto Caeiro, para quienes inventó personalidades divergentes y estilos literarios distintos. Frente a la espontaneidad expresiva y sensual de Alberto Caeiro, Ricardo Reis trabaja minuciosamente la sintaxis y el léxico, inspirándose en los arcadistas del siglo XVIII, mientras que Álvaro de Campos evoluciona desde una estética próxima a la de Walt Whitman hasta unas preocupaciones metafísicas en la tarea de explicar la vida desde una perspectiva racional. Sobre estos desdoblamientos del poeta en varias personalidades reflejó Pessoa sus distintos yos conflictivos, a la vez que elaboraba su propia obra poética, a veces experimental, una de las más importantes del siglo XX y que en su mayor parte permaneció inédita hasta su muerte. "Mensaje" fue su primera obra en portugués y única publicada en vida del poeta. Fallecio en Lisboa en 1935.





Autopsicografia

El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que de veras siente.

Y quienes leen lo que escribe,
sienten, en el dolor leído,
no los dos que el poeta vive
sino aquél que no han tenido.

Y así va por su camino,
distrayendo a la razón,
ese tren sin real destino
que se llama corazón.



¿Una flor acaso tiene belleza?


A veces, en días de luz perfecta y exacta,

en que las cosas tienen cuanta realidad pueden tener,

me pregunto a mí mismo despacio

por qué siquiera atribuyo

belleza a las cosas.

¿Una flor tiene acaso belleza?

¿Tiene acaso belleza una fruta?

No: tienen color y forma

y tan sólo existencia.

La belleza es el nombre de algo que no existe,

que yo doy a las cosas a cambio del placer que me producen.

No significa nada.

Entonces, ¿Por qué digo de las cosas: son bellas?

Sí, incluso a mí, que sólo vivo de vivir, invisibles,

vienen a hablarme las mentiras de los hombres ante las cosas,

ante las cosas que simplemente existen.

¡Qué difícil es ser consecuente y no ver sino lo visible! 



"¿Una flor tiene acaso belleza?" from Arsgravis on Vimeo.

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